Sopa de coco viva
Inspirada por una receta que aprendí en una clase con Christine Mayr, Profesional Gourmet Raw Food Chef & Chef Instructor, ayer elaboré un menú para el almuerzo que a partir de ahora será un indispensable en casa, de primero una sopa de coco viva y de segundo flores de calabacín rellenas de «ricotta» de anacardos, ambos platos crudiveganos, ¡Vivos!
Hoy os cuento como hice la sopa, he de decir que me entusiasmó tanto la elaboración como después su sabor, como en otras ocasiones os he dicho, tengo facilidad para transportarme a lugares con tan solo percibir un aroma o un sabor en mi paladar… Con su sabor a coco, cítrico y picante viajé hasta Thailandia…
¿Porqué viva? Porque no hay alteración en sus ingredientes, todos ellos son frescos y no se aplica calor para elaborarla, manteniendo todos los nutrientes y enzimas propios de la materia prima. Un regalo para nuestro cuerpo, para nuestras células. Si no os gusta tomar una sopa fría podéis calentar el agua de la preparación un poquito, (siempre por debajo de 38ºC), también se puede dar un poco más de temperatura y no consumirla completamente fría por la fricción del procesador de alimentos o batidora, a más tiempo, más fricción y más calor. Aunque os aseguro que esta sopa está deliciosa a temperatura ambiente.
He utilizado coco joven, pero si os es difícil encontrar, podéis utilizar agua de coco envasada (sin azúcar añadido) y en su defecto, «leche» de coco.
También he utilizado un par de ingredientes, típicos de la cocina tradicional japonesa que si no los conocéis os cuento un poquito sobre ellos:
Shiro miso: es un condimento japonés que se utiliza para hacer más sabrosos platos y para preparar caldos. Se utiliza como nuestras pastillas de caldo pero en vez de ser un concentrado de desechos de la industria alimentaria y sustancias químicas, el miso natural se elabora a partir de soja fermentada y cereales y tiene propiedades medicinales. Los fermentos también favorecen la salud del intestino, mejorando la absorción de nutrientes y la digestión. Fíjate a la hora de comprarlo, importante que sea sin pasteurizar. El miso blanco o shiro miso es el más suave, el más apreciado en la actualidad en las grandes ciudades de Japón por su sabor sutil y poco pronunciado.
Tamari: es una salsa de soja fermentada con sal y agua, sin trigo. Se elabora a partir del líquido que los granos de soja exudan al fermentar el miso. Tiene un sabor y un aroma más fuerte y nítido, pero a la vez exquisito, y una textura más espesa. Ayuda a nuestro sistema digestivo estimulando la secreción de jugos digestivos en el estómago, nos esteriliza frente a organismos perjudiciales para nuestra salud y puede ayudar a acidificar otros alimentos. Puesto que las enzimas del tamari son sustancias orgánicas resultantes directamente de los procesos naturales y tradicionales de la fermentación, no están presentes en las salsas de soja producidas comercialmente.
Ambos son alimentos probióticos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los define como microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, producen un efecto beneficioso en nuestra salud, nos permiten estimular los jugos digestivos y las enzimas naturales para conseguir una correcta digestión.
Ingredientes:
- 1 l. de agua de coco
- 1/4 de taza de pulpa de coco joven
- 2 cm de jengibre fresco
- 1/4 de taza de nueces de Brasil (en remojo durante mínimo 8 horas)
- 2 cucharadas de Shiro miso
- 1 cucharada de Tamari
- 1/2 cucharadita de sal marina sin refinar
- 1/2 chile fresco o 1/2 cucharadita de chile en polvo (dependerá de cuanto os guste el picante)
- 2 cucharadas de zumo de lima
- Cilantro fresco
Elaboración:
- Necesitaremos un procesador de alimentos para poder triturarlo todo y obtener la consistencia adecuada.
- Trituramos todos los ingredientes excepto el cilantro.
- Rectificamos de sabor, más lima, más miso, más picante… ¡A vuestro gusto!
- Vertemos en un cuenco o en el coco joven restante.
- Decoramos con hojas de cilantro y escamas de guindilla.
- Disfrutamos.
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